Ivonne Donoso Olivares
Delegada presidencial regional de Tarapacá
El accidente ocurrido en la Ruta 16 nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra principal vía de conexión entre Iquique y Alto Hospicio. No existe infraestructura vial completamente ajena a emergencias o interrupciones. Las carreteras, por su propia naturaleza, están expuestas a accidentes, eventos climáticos y otras circunstancias imprevistas.
Sin embargo, la verdadera pregunta no es si podemos evitar lo inevitable, sino cómo enfrentamos estos escenarios y, sobre todo, con qué rapidez y eficacia logramos recuperar la normalidad. En ese sentido, quiero reconocer públicamente que las instituciones responsables hicieron esfuerzos visibles por restablecer el tránsito, coordinando acciones y desplegando recursos en terreno. Se ve el trabajo y la dedicación.
Pero también debemos ser claros: aún hay mucho por fortalecer. La Ruta 16 es una arteria vital para miles de personas que a diario se desplazan por motivos laborales, estudiantiles, de salud o personales. Cada interrupción tiene un impacto directo en la vida cotidiana de nuestra comunidad. Por eso, como delegada presidencial asumo el compromiso de seguir trabajando junto a los organismos técnicos, Carabineros, el Ministerio de Obras Públicas, la autoridad vial y los municipios para mejorar la capacidad de respuesta, agilizar los protocolos y avanzar en soluciones estructurales que otorguen mayor resiliencia a nuestra conectividad.
Hoy, más que nunca, necesitamos un enfoque preventivo, con planificación anticipada, rutas alternativas posibles y comunicación oportuna hacia la ciudadanía. Sabemos que no podemos controlar todas las variables, pero sí podemos y debemos ser evaluados por nuestra capacidad de respuesta. Esa es la confianza que la ciudadanía nos entrega y que debemos honrar día a día.
Como Gobierno, entendemos que la recuperación de la conectividad, aunque sea parcial, debe ser rápida y eficiente. Y esa tarea no termina con la habilitación de una vía; continúa en el compromiso de revisar, corregir y mejorar constantemente. La fragilidad de nuestra Ruta 16 es un desafío permanente. La responsabilidad de enfrentarlo gestionarlo es nuestra.